Harto de esquinas y encuentros, de brisas imposibles y de palmas, un hombre cruzó la puerta correcta sin mirar atrás. Los bolsillos llenos de recuerdos, un diario triste... una promesa indiscreta.
Era un hombre tenaz y eligió el camino mas difícil, vestido de nubes y abrazos guardó para si las heridas como premio de consolación. Llenó de fuego sus años... llenó su boca de tierra y sangre con la inaudita dulzura de los verbos mas terribles. La muerte le había olvidado...
Era un hombre simple, inmutable, inconcebible, irrefutable... era ingenuo, utópico, casi tímido y libre!
Dejó los versos en un rincón, maldijo las horas descalzas y cubrióse de sombras demasiadas, de secretos innombrables, de extrañas flores con olor a gritos y a escarcha!
Se cansó de sonreírle a la distancia sin infierno ni pasión, perdió la calma!
Lleno de culpas y prosa... de miedos y farsas; un hombre cruzó la puerta correcta arrastrando las preguntas, un antes y un después, un eco ingente y despiadado.
Era un hombre feliz.
Andy Rumbaut.
1 comentario:
Excelente amigo.
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