Ayer en la mañana con mi voz cansada, urgente y húmeda fui besando tus tinieblas.
No me alcanzaron el tiempo o los silencios para brindarte lo poco que tengo... otros soles y otros cielos.
¡Ayer las manchas en la pared se bebieron nuestra historia, las promesas, la intención y el miedo!
Cada día para ti fue el último, tus palabras demasiado cortas y demasiado poco el deseo de volar.
¡Ayer fue suficiente perder para ganar, llenar de cirros mi mundo para poder amarte... ayer me equivoqué y hoy quiero más!
Me supe capaz de reír con los secretos y los años ayer, sin ser cruel, sin adornos ni caricias.
Es tarde, mi sonrisa está cansada... me basta una brizna de hierba para ocultarnos, horadar tu abismo a dentelladas... olvidar.
Ayer soñé con libros y polvo, un espejo inacabado... el camino de tus verdades marchitas.
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