Comencé a morir en otoño hace 45 años. Aprendí de los buenos momentos y también de los no tan buenos. Supe con dolorosa certeza que regalar flores y poemas no detiene el tiempo…
Silencios, silencios que importan. Extrañas alegorías y un adiós absurdo como un golpe de tos, como el mal sueño del séptimo día.
Hay entre tú y yo una luz extraña y necesaria, una voz de mar, una noche que se acaba… tres besos, pocos besos.
Comencé a morir en otoño hace 45 años… esguinces, espadas y demasiadas palabras nuevas.
Un laberinto de voluntades infinitas y tu mirada. No me temes por lo que soy, me temes por lo que no eres.
¡Enséñame a llorar un mar de fuego, a esconder debajo de mis palmas las vetustas nimiedades!
¡Quédate la paz y la razón, mis horas ciegas, los caminos olvidados y la arena tímida de mis gargantas.
Comencé a morir en otoño hace 45 años… ahora soy libre.
Andy Rumbaut
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